INTRO
Desde los comienzos de la historia, el hombre ha tenido la tendencia de intervenir espacios públicos en diferentes escalas. En el período del arte rupestre, dicha intervención tenía connotaciones mágicas que además se relacionaban con la captura y la lucha en contra de un animal específico, como un mamut o cualquier otro, pues este acto era toda una batalla que terminaba en una victoria: la victoria de la sobrevivencia. Al representar, en las paredes de sus oscuras cuevas, el animal cazado, atravesado con lanzas humanas, estas primeras comunidades de artistas estaban, de cierta manera, certificando gráficamente y en su espacio común la captura de su presa, y de este modo lograban ejecutar un pacto por su propio alimento.
Hoy por hoy, en todas partes del mundo, todos los días, se generan gestos de intervención en nuestro espacio público que es la calle, convirtiendo ésta en una especie de galería al aire libre cuyas obras o piezas están al alcance de todos, en donde el arte de verdad respira y está vulnerable a cualquier nueva intervención y en donde se produce, en consecuencia, una descontextualización o reformulación del concepto tradicional del museo.
La calle, entonces, es el soporte de este tipo de manipulación y creación artística que se inserta como un código compartido por un circuito de ciudadanos que intervienen y/o que aprecian (o no aprecian) la intervención. De este modo, la señora que pasea por el barrio con su bolsa de pan caliente en la mano y su perro al otro lado, al toparse con una de estas intervenciones, tiene la opción de hacerle el quite visual o apreciarlo de verdad, fotografiarlo e interesarse por el tema , o incluso, la alternativa más radical: puede hacer una nueva intervención: tomar un spray y rayar o censurar un trabajo, o simplemente tomar pintura y borrarla con sus propias manos (y con un evidente disgusto).
Esta dinámica que se da entre el espacio público, la intervención, el “interventor” y el “intervenido” es el carácter abierto que distingue el arte callejero de otras artes y que podría permitirnos definirla como una especie abierta, en diálogo constante con el espectador, flexible, permanentemente permeable a nuevas intervenciones y por eso muy vulnerable, pero al mismo tiempo -y por la misma razón-, muy poderosa.
En todo caso, lo que ha comenzado como intervención callejera se ha ido introduciendo en la sociedad –tanto en la sociedad mundial como en la nuestra - a tal punto, que incluso se puede apreciar su entrada a museos galerías, malls, tiendas de ropa y diseño, publicidad de grandes empresas, interiores de casas y peluquerías , entre otros espacios.
Su extensión y su evolución en sentidos distintos, sin embargo, no la ha hecho perder su vínculo con la calle, ya que siempre se mantienen ciertos parámetros como el carácter vandálico de la intervención misma, el que le otorga un sabor especial al acto de creación y que es algo que de vez en cuando le pone un gustito muy dulzón al graffiti mismo y claramente constituye un acto bañado en picardía.
También cabe mencionar, de todas maneras, que el acto del graffiti , el tagging, el stencil, o más que nada la intervención a nivel de soporte callejero, es esencialmente un acto basado en el romanticismo pleno!!!!!!!
En otras palabras, el graffiti es como un largo trazo estampado en las arenas de orilla del mar, el que es constantemente borrado o pasado a llevar por el movimiento del océano, pero que vuelve a surgir una y otra vez, y cada vez con más fuerza.
Este tipo de intervención artística recuerda al “palimpsesto” de la antigüedad, que era el manuscrito que todavía conservaba, en la misma superficie, huellas de una escritura anterior que había sido borrada para reutilizar la superficie por razones de economía. La práctica de borrar para volver a escribir (de hecho palimpsesto es una palabra griega que significa “borrado nuevamente”) se remonta al siglo VII d.c., en el que fue muy utilizado debido al alto precio del papiro egipcio.
Esto es lo mismo que ocurre con la intervención callejera, o lo que podríamos llamar “palimpsesto callejero”….los muros son intervenidos, borrados, reintervenidos, y así ad infinitum, como si las imágenes de la calles fueran flashes que nos muestran, con intermitencias, el reflejo de la sociedad que habitamos.
“CUANDO YO ERA NIÑO , REZABA TODAS LAS NOCHES POR UNA BICICLETA NUEVA; DESPUES DE DARME CUENTA DE QUE ESTO NO DIO RESULTADO, YO ME ROBE UNA Y REZE PARA SER PERDONADO”
EMO PHILIPS/BANKSY
“Alfombras voladoras de maple” es una muestra muy completa, compuesta de video arte,
cuadros, grabados enmarcados, dibujos y otros tipos de instalación, fotos reveladas de graffiti y arte callejero, escultura a nivel de instalación, muestra de ropa y tablas rotas de skate pintadas.
El nombre de la muestra tiene su origen en un singular tipo de pino que crece en Canadá, denominado “Maple”, con cuya madera se elaboran las llamadas patinetas o tablas de skateboarding. Estas patinetas -que en el paseo frente a las muestras callejeras se transforman en alfombras mágicas-, es el sistema de transporte y diversión con el que el espectador –que, no hay que olvidarlo, siempre en un interventor en potencia- recorre las calles de los parajes citadinos sintiendo la vibración de los distintos pavimentos que quedan bajo sus pies, dejando tras de sí “edificios intervenidos e interventores”. En ese sentido, no sólo las muestras callejeras constituyen intervención, sino también el acto de recorrer dichas intervenciones, de patinar por su permeabilidad.
Pues “la vida no es gris” y somos nosotros todos, nosotros los transeúntes, los artistas callejeros, quienes, en el explícito rigor de las palabras, tenemos la responsabilidad de “darle color”. (Insultando a veces a robots que nunca entenderán estos gestos como muestras de arte.)
La idea de esta muestra es reunir en un lugar específico -que en este caso sería la Biblioteca de Santiago- todo mi trabajo callejero (en donde firmo con mi tag: “ZAINES”.) El hecho de presentarlas en un lugar cerrado no impide que éstas aún se consideren como graffiti o street art, ya que siguen respondiendo a una variedad de códigos establecidos que definen al arte callejero. En ese sentido su lectura no cambia; la única diferencia es que en lugar de recorrer todo Santiago en búsqueda de las obras, éstas estarán todas reunidas en un solo lugar.
De todas maneras, hay hermosos detalles que se pierden, pues el street art funciona de manera más completa en los espacios abiertos -sin toparse con muros interiores- en los cuales se puede ver desde la misma micro al artista trabajando y luego la pieza terminada; en los cuales se puede sentir la textura de las muestras , apreciar como chorrea la pintura, y así una serie de variantes que sólo pueden apreciarse en la misma escena del bello crimen, al igual que la performance , o “le petit mort”.
“ EL ARTE ES INUTIL PERO EL HOMBRE ES INCAPAZ DE PRESINDIR DE LO INUTIL”
EUGGENE IONESCO
El objetivo del arte y sobre todo en el caso del graffiti, es llegar a la gente pues está la necesidad de instalar la obra con todos sus mecanismos sobre un soporte que esté completamente a disposición de cualquier persona, y en donde pueden surgir muchas opiniones y reacciones.
El street art surge a raíz de la gente, de la sociedad, de sucesos mundiales, y es gatillado por la necesidad de la libre publicación y a veces funciona también a modo de auto publicidad.
En fin, el arte callejero suele mutar y tomar distintas figuras, modos y estilos experimentales con distintos grados de complejidad. Este es un monstruo que no puede quedarse quieto, que jamás podrá petrificarse pues ya partió hace mucho tiempo atrás y tiene su pie sobre el acelerador.
Street art… es trabajar a niveles conscientes y fuertemente inconscientes en el lugar en el que vivimos; es una expresión que nos abrasa de una forma circundante, y que nos puede llegar a ahogar con la profundidad de su contenido y hasta a gatillar fuertes sonrisas y regocijos sacándonos de la monotonía que a veces invade funestamente a nuestra capital con su agobio innecesario y sus trabajos rutinarios.
Es un respiro sucio,
Un ave que se ha escapado de su jaula
“EL ARTE ES PELIGROSO, EL ARTE NO ES CASTO; NO ESTAN HECHOS PARA EL ARTE LOS INOCENTES IGNORANTES. EL ARTE QUE ES CASTO NO ES ARTE”
PABLO PICASSO
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